“La película que la élite no quiere que veas”. La búsqueda de esta frase en el buscador de Google genera más de tres millones de resultados y al menos en la primera página, todos los copa la película Sound of Freedom o Sonidos de libertad, en español. Desde su lanzamiento, el 4 de julio en Estados Unidos, el filme, producido por el actor mexicano y activista conservador Eduardo Verástegui, ha generado controversia y expectativa. Estos dos ingredientes han hecho a esta cinta, realizada con apenas casi 15 millones de dólares, recaudar más de 180 millones de dólares solo en EE UU, superando lo obtenido por las nuevas entregas de franquicias como Indiana Jones o Misión: Imposible.
La película, dirigida por el mexicano Alejandro Monteverde, está basada en la historia real de Tim Ballard, agente del Departamento de Seguridad Nacional dedicado al combate de la pedofilia. La película, protagonizada por Jim Caviezel (Jesús en La pasión de Cristo —del año 2004—), cuenta la parte en la que, harto de cazar criminales en su país sin atajar la raíz de las mafias que trafican con niños en Latinoamérica, decide pasarse a la clandestinidad en Colombia, desarticular una red criminal y devolver la libertad a más de 50 menores.
Verástegui, en un video colgado en su cuenta de Facebook el 5 de julio, cuenta que tenía un contrato con 20th Century Fox para la distribución de la película desde hace años. Sin embargo, la compra del estudio por parte de Disney trastocó lo que se tenía planeado. La propiedad del filme cambió de manos y le comunicaron al actor y productor lo siguiente: “esta película no es para Disney”. Ni Netflix, ni Amazon o Lionsgate mostraron interés en la cinta, recuerda el productor. Tras un año de negociaciones recuperó los derechos y apareció en escena Angel Studios, una compañía independiente de inspiración cristiana con sede en el estado de Utah. “En cinco días firmamos el contrato. Unas personas increíbles, de fe, de Dios, íntegras. Es el contrato que firmé más rápido en mi vida”, continúa con su relato.
El morbo alrededor de la película ha surgido a raíz de un efecto de bola de nieve de desinformación. Desde denuncias de un supuesto “boicot” por parte de las empresas de exhibición, aludiendo problemas técnicos para suspender la función o la nula exhibición de material promocional en sus recintos; o un supuesto rechazo al filme de estudios “a favor de la agenda woke”. Según las teorías conspiranoicas del grupo de extrema derecha QAnon, el sabotaje es por mantener oculta “la verdad” de las “élites progres”. Según Caviezel, estos grupos privilegiados consumen una sustancia llamada adrenocromo, “10 veces más potente que la heroína”, que es “extraída de niños que sufren violencia” y “no quieren que esto se sepa”, según explicaba a Steve Bannon, exasesor de Trump y gurú de la desinformación, en su programa de televisión.

Tanto Angel Studios como las cadenas de cine tuvieron que salir a desmentir este supuesto “boicot” a la película. Asimismo, diferentes medios de comunicación a cargo de realizar verificaciones, tanto en inglés y en español, procedieron a demostrar la falsedad en las afirmaciones de Caviezel.
La desinformación que comenzó a llegar desde EE UU, produjo cuestionamientos por parte del público latinoamericano, que comenzó a exigir la proyección de Sound of Freedom a distribuidoras y cadenas de cine, a la par de reclamar a medios de comunicación y creadores de contenido hablar sobre la película cuando todavía no había una fecha clara para el estreno de la cinta en el resto del continente y tampoco estaba disponible en ninguna plataforma.
La película, recomendada para mayores de 13 años en EE UU —mientras que en México tiene clasificación B para mayores de 15 años (según la información mostrada por cadenas como Cinepolis y Cinemex)—, llegó a las salas de Latinoamérica este 31 de agosto.
“En la película no hay rituales secretos o élites abusando de su poder e influencias. No hay ataques a republicanos ni discursos abiertos católico-cristianos. Ni siquiera está diciendo que todos los centroamericanos o sudamericanos son bad hombres. No hay nada de eso. Pese a todo lo que rodea a la película, técnicamente está muy bien hecha, no es aburrida. Estás hablando de un tema importante de manera interesante. Lo que a mí me parece muy bajo es crear teorías de conspiración para generar interés alrededor de ella, porque está muy bien hecha y con mucha calidad cinematrográfica”, afirma Ryu Murillo, cineasta y docente universitario.
Murillo compara la promoción de Sound of Freedom con la que realizó en 1998 El proyecto de la Bruja de Blair. Dice que son muy diferentes, pero que ambas se apoyan en el mismo concepto: vender algo que no es cierto. La distribuidora de la famosa película de terror sustentó la campaña de publicidad diciendo que se trataba de un material audiovisual encontrado en los bosques de EE UU tras la desaparición de los tres cineastas.
Otro de los factores del éxito de Sound of Freedom es el modelo de pay it forward, o cadena de favores, impulsado por Angel Studios. Este utiliza un sistema de micromecenazgo a través del cual, mediante su página web, permite cubrir los costos de un boleto para alguien que, de otro modo, no podría ver el filme. Desde el mismo sitio también permite conseguir hasta dos tickets gratis para una función “gracias a la generosidad de otros”, explica el portal. Esta modalidad, que ha permitido al estudio obtener más de 17 millones de tickets y superar en un 863% su meta de 2 millones de entradas compradas —según indican en su página web—, también funciona para México, Colombia, Argentina, Chile, además de otros países como El Salvador, Nicaragua, Honduras y Costa Rica, entre otros.
Si bien la película no apela a un discurso católico-cristiano, salvo el eslogan que la promueve, “los hijos de Dios no están en venta”, sí ha resultado atractivo para un sector ultrareligioso.
“Justo ese círculo ultraconservador es de poder adquisitivo grande. Es una película que ha vendido muchísimos boletos, pero las salas están vacías. Es un fenómeno muy interesante”, afirma el catedrático universitario. Y es en parte por esto que la especulación de un “boicot” surgió, ya que en algunas ciudades en EE UU el público se cuestionó, “¿por qué no hay entradas si la sala está vacía?”.
La película también ha hecho uso del lobby político de Verástegui para promocionarse con sus similares en la región y promover intenciones de colaboración a favor de políticas más duras contra el tráfico de niños. Recientemente, en una gira por distintos países obtuvo el apoyo de mandatarios como Nayib Bukele y Rodrigo Chaves, de El Salvador y Costa Rica; o del candidato ultraconservador en Argentina Javier Milei. “Incluso esta película [Sound of Freedom] ha tenido tanto éxito precisamente porque toca un tema importante que poca gente quiere tocar. Muchos por miedo debido a quiénes están detrás de la compra de órganos. A muy poca gente le gusta hablar del mal”, afirmó Bukele en un acto, a finales de julio, en el que se firmó una carta de intención entre su Gobierno y el equipo de Sound of Freedom para combatir el tráfico de niños.
“De sur a norte y de norte a sur, el ‘Sonido de la Libertad’ sigue creciendo. El movimiento contra la trata cubre ya el continente americano completo, desde Alaska hasta la cordillera de los Andes. Esta película está detonando una reacción global, que ya no podrán parar”, comentó Verástegui durante su visita a Argentina, según rescata el sitio web de noticias católicas ACI Prensa.
En mi reciente participación en la Cumbre Internacional contra la Trata de Personas en #WashingtonDC, enfaticé nuestro compromiso de luchar contra este delito que daña también a nuestra niñez. La responsabilidad es federal, y mi deber es social, ayudando en la prevención,… pic.twitter.com/uN6kEqVM6b
— Sandra Cuevas (@SandraCuevas_) August 31, 2023
En México, Sandra Cuevas, alcaldesa de Cuauhtémoc —una de las más codiciadas de la capital—, que pretende implementar un modelo de mano dura al estilo del mandatario salvadoreño en sus aspiraciones políticas, también mostró su simpatía hacia la película, primero durante su visita a Washington D.C., donde pudo verla de primera mano tras reunirse con líderes de la Conferencia Política de Acción Conservadora, una asociación a la que también pertenece Verástegui, que congrega a ultracatólicos y antiabortistas. “La responsabilidad es federal [contra la trata], y mi deber es social, ayudando en la prevención, sensibilización. Haré difusión en las plazas públicas de #Cuauhtémoc de la película “Sonido de Libertad”, tuiteaba Cuevas tras la premiere en México de la película de Verástegui.
“Mientras a más información se tenga acceso, es menos posible que las teorías de conspiración funcionen. A las distribuidoras le conviene mantener el discurso o hacer creer que es ‘la película que no quieren que veas’, porque eso genera morbo. Y si le estás hablando a estos círculos conservadores y económicamente bien acomodados, pues claro, si les dices ‘hazle el paro’ a alguien que no pueda ver la película, ahí está el fenómeno”, finaliza Murillo.
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