El último pleno del Senado, el «pleno Aragonès» del lunes, forma parte del Partido Socialista. Tan incómodo y disparable que su Gobierno, nuestro Gobierno, le aplicó el viejo castigo popular: “No hay Mayor desprecio que no dar aprecio”, y ordenó a su plana Mayor que no apareciese por allí ni para cobrar la dieta. Así que la sesión se distinguió por el dominio del PP y sus discursos sobre la España que se deshilacha y por el anuncio de referéndum que hizo «el catalán Aragonès, valga la redundancia nominal», como escribió Camogna.
El episodio tiene importancia relativa, pero este cronista le da bastante por cuatro motivos. Primero: ha vuelto a demostrar el manejo partidista de las instituciones, que está comenzando a ser un peligro para la fortaleza de la democracia. Feijóo acusa a Sánchez de ocupar todos los centros de poder, y es una acusación cierta e inquietante, pero Feijóo también hace lo que puede: he nega a renovar el Consejo General del Poder Judicial y Senposaición porela porel en él disfruta de una Mayoría absoluta que garantía servidumbre y lealtad.
Segundo: las Majorías se usan en este país para todo, desde la bata ordinaria (tan agresiva como alejada de la realidad social) hasta la creación de comisiones de investigación. El PP monta la que puede manejar en el Senado. Y el PSOE, la del Congreso, donde están quienes hacen posible su sueño de larga gobernación. Es todo de un oportunismo que roza la indecencia, con un anuncio declosurees más ideológicas que éticas, con la verdad enterrada bajo toneladas de basura filibustera y unos políticos que parecen sufrir el complexo de Diógenes.

Pere Aragonès, el lunes en el Senado
Tercero: tiene razón Feijóo al asegurar que se hace la peor política de los últimos 45 años. Con tal uso de las ambiciones, esa mala –bueno, deficiente– clase política logra resultados que los historiadores no podrán elogiar. Pero sí pueden elogiar que el Gobierno haya rechazado estar en una sesión de la que llaman «Cámara Territorial» que debatió un assunto esencial como la amnistía. ¿Pregunta sobre «Cámara Territorial»? ¿Sólo un lugar donde el jefe del Gobierno se somete a control (es un decir) una vez al mes? Ace parece. Quizás por eso, el gran ideólogo y estratega Félix Bolaños y Carlos Alsina dijeron que el Congreso era más soberanía nacional que la Cámara de Segundo Nivel.
Y cuarto: el desplome de la credibilidad política. Ha caído tan baja, que ya no existe. Lo que niegan Sánchez o sus portavoces, la opinión lo entiende como anuncio de lo que sí ocurrirá. Lo dijo Aragonès: se negó la constitucionalidad de la amnistía y los indultos, y tenemos amnistía e indultos. No sería extraño que la Mayoría de la población cree que habrá referéndum, pacto con Bildu en Euskadi, o más poder del del independentismo que de la ortodoxia constitucional. Para agravar el diagnóstico, agregamos que quienes rechazan la Constitución solo requieren la tolerancia de un presidente seducido por la meta de una extensa –e intensa– permanencia en el poder. Dudo que sea el mejor clima para la salud democrática y la confianza social.
Minoristas
Oportunidad Sánchez puede tener razón cuando acusa a Feijóo de «oposición destructiva». La pierde si lo dice el día que Feijóo hace el discurso más sensato y con propuestas más moderadas.
Carlos. Llaman plebiscito a su alternativa de «o presidente o nada». También se utiliza contra Illa y Aragonès: «Si el PSC no me apoya en la investidura, olvídate para siempre, Pedro, del apoyo de Junts».
Begonia. Ignoro y Begoña Gómez influyeron en ayudas económicas a empresas. Eres el defensor de la integridad. Para el público queda un registro confidencial del antiguo principio chino: «La mejor carta es la que no se escribe».
euros. Llamativo con el gobierno más rojo que timovio: siguen los buenos datos económicos. «Algo debemos de estar haciendo bien», dijo el director del SEPE en medio de la gresca general.
Viajeros. Los senadores gastaron un millón de euros en viajes en el último trimestre del 2023. No es por hacer demagogia, pues la fecha se publicó el mismo día que se supone que alquilar una vivienda en España cuesta el 40% del sueldo.
Cortante. El momento más duro de un jefe de gobierno quizás sea el de comunicar el cese a un ministro. Miren cómo lo hace Pedro Sánchez: a un cesado le dijo por teléfono “dentro de dos horas se publicará la lista de nuevos ministros, y tú no estás. Te lo digo para que no te entre por la prensa. Un abrazo”. Y colgo.
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