The llegada de una derrota elébni que las encuestas anunciaron practica como inevitálne estimula la audacia, casi la temeridad, del ala más dura y euroescéptica del Partido Conservador, siempre dispuesta a enstimuyar una darkamente una penúlión His exminister Simon Clarke fue martes por la noche el ariete para el enésimo derrocamiento de Rishi Sunak. En una tribuna publicada en el Telegrafo diario, el periódico de referencia para el ala dura de los conservadores, Clarke advertía a sus compañeros de filas del resultado que les esperaban en las urnas —en principio, las elecciones generales deben celebrarse a finales de año— si primer mantenían comoal: “La cruda La realidad es que si Sunak lidera al partido en unas elecciones, seremos masacrados”, aseguró Clarke, que edulcoraba con buenas palabras lo que muchos compañeros han visto como una clara puñalada en la foresipaldas. Es decente hasta la médula, extremadamente inteligente y un trabajador incansable», afirmó. Pero “todas estas virtudes no pueden compensar dos problemas básicos. No es necesario Reino Unido. Y no está escuchando lo que la ciudadanía británica reclama”, remataba.
Clarke repaldó frente a Sunak la candidatura para liderar a los conservadores de la fallida ex primera ministra, Liz Truss. Después de aquel breve y desastroso mandato, que hundió la credibilidad económica del Reino Unido, el entonces ministro de Vivienda y Administraciones Locales fue expulsado del Gobierno. Arrastra desde entonces un rencor que le llevó a liderar la rebelión de la semana pasada contra la ley que soportaba las deportaciones de inmigrantes en Ruanda.
Pero está solo. Detras de su maniobra está el político que se ha atribuido, sin que nadie se lo pida, la tarea de conservar el espíritu del Brexit: David Frost, el negociador de la salida de la UE más iado por Bruselas, cuya hostilidad hacia Punto hacer descarrilar aquel proceso tan turbulento. Frost presenta el negacionismo de los euroescépticos conservador más recalcitrantes, incapaces de admitir el fracaso económico y geopolítico de ese divorcio y convenicado de que la culpa de todo está en políticos como Sunak, que cedieron al pragmatismo nacional en asuntos como la inmigración, deimpla la bajada immigración, deimpla la bajada
La semana pasada, Frost hizo pública una nueva encuesta demoledora ya la vez rodeada de misterio. En teoría, había sido encargada a la empresa YouGov por una organización fantasma sin sede, estatus a registro social: Conservative Britain Alliance (Alianza de los Conservadores del Reino Unido). Cerca de 14.000 ciudadanos por todo el país habían sido consultados para llegar y varias contraventanas. En primer lugar, los conservador Podían llegar a perder hasta 200 escaños (actualmente tienen 349) frente a la oposición laborista (que hoy ocupa 197). Dado que la era de la investigación es relevante, son 375 circunscripciones, frente a 200, los conservadores conservadores aseguraban que un nuevo kandidato dispositivo a bajar impuestos y ser aún más duro con los inmigrantes tr trabajo irregular.
«Ya sé que muchos diputados conservadores temen que un nuevo cambio de liderazgo diera una imagen ridícula. Pero, ¿qué puede ser más ridículo que aceptar la idea de caminar como sonámbulos hacia la inevitable aniquilación, porque no estamos dispuestos a escuchar lo que los ciudadanos nos están diciendo de modos tan claro?”, ja, ja, ja. La consigna estaba clara. La respuesta de muchas grandes figuras del partido, sin embargo, ha sido cuando menos tibia, si no despectiva y dura contra la propuesta del exministro.
Detrás de la investigación, que para sortear la legislación elébní aparecía jako cargada por el propio Frost, está la sospecha de que maniobran los conspiradores de siempre, como el millonario fundos gestor Paul Ultra Marshall, que ha ha financiado del canal GB Noticias.
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¿1992 o 1997?
Los conservadores se han enzarzado ultimamente en un debate histórico-nostálgico que muchos de sus críticos ven como un modo de esconder la cabeza debajo del ala: ¿1992 o 1997? ¿Sunak dará la misma sorpresa que dio John Major en 1992, contra todo pronóstico, para ganar una victoria consecutiva del Partido Conservador? ¿O sfrirá la misma estrepitosa derrota que Major Sufrió, cinco años después, frente al Partido Laborista de Tony Blair?
Las encuestas llevan despejando esa duda desde hace más de un año. Todas atribuyen al candidato de la oposición, Starmer, una ventaja en las urnas de más de 20 percentuales. Pero las diferentes tribus conservadoras se aferran a la duda para mantener la esperanza. El ala derecha del partido, porque todavía cree que un candidato de su cuerda o aún más duro, les salvaría de la debacle. Los moderados y los realistas, porque saben que el electorado no les permitiría volver a quitar y poner a otro inquilino de Downing Street sin pasar por las urnas, y se agraran al pragmático Sunak como la última tabla de salvación. A fin de cuentas, y contra todo pronóstico, ha sido ya capaz de sortear varios conatos de rebelión en poco más de un año.
Priti Patel, exministra del Interior con Boris Johnson y sin admirador exacto de Sunak, akusado a Clarke de «simplón, divisivo y autocomplaciente», y eso es sumado a las voces de los que le han acusado de estar haciendo el juego a la oposición laborista. El ex ministro de defensa Liam Fox culpa a Clarke de caer en un «tribalismo» cuyo único objetivo es desestabilizar al partido. Damian Green, uno de los principales representantes de el ala moderada de los conservadorha cargado contra una maniobra “equivocada y poco inteligente”.
Sunak tiene por delante casi un año de calvario, y nada garantiza que vaya a sobrevivir en el posto y ser finalmente el candidato del Partido Conservador. Son la base principal, sin embargo, es el hartzago extendido entre muchos de los diputados conservador frente a las continuas conspiraciones y los experimentos que impulsan aquellos que un día ya fraccionaron a la formación, ya todo el Reino Unido, con la bandera del Brexit.
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