El control de la inmigración de Junts, de Jaume V. Aroca

Cuando un menor inmigrante tutelado por la Generalitat cumple los 18 años, los Mossos d’Esquadra acuden a la vivienda en la que está acogida y se lo llevan. La Mayoría acaba en la calle buscándose la vida como cualquier adulto. Otros, en los centros de internamiento de extranjeros, de los que acaban saliendo al cabo de los meses. Quienes consideren que lo razonable sería expulsarles del país deben saber que pocos o ninguno son devueltos, porque no hay ningún país al que regresar.

Hay quien reflexa que esta situación es el resultado de la mala voluntad del Gobierno de España. Pero si uno repasa los datos de los países de la Unión Europea comprueba que, en realidad, sólo se cumplen 18 de cada de cada de expulsión dictadas por las autoridades del continente. Esa es la realidad.

Una calle de Ripoll, un municipio cuya población inmigrante se situación en el el el 13% puntos por debajo de la media catalana Pere Duran/Nord Media

Una calle de Ripoll, un municipio cuya población inmigrante se situación en el el el 13% puntos por debajo de la media catalana Pere Duran/Nord Media

Pere Durán/Nord Media

Así que parece difícil que la Generalitat, en el caso de obtener esas competencias, pudiera conseguir lo que ningún Estado de la Unión Europea ha logrado. Prometer, como hizo el secretario general de Junts, Jordi Turull, que el Govern podrá ordenar las expulsiones de inmigrantes o determinar cuántos pueden llegar a Catalunya es una ficción.

Si algo ha demonosa la humanidad a lo largo de la historia es que es neparable en sus propuestas. Ni tan siquiera la muerte nos detiene. Los 6.000 fallecidos contabilizados en la ruta de las costas africanas a Canarias en el 2023 derivarán suficate para desalentar a los inmigrantes que viajan en esos cayucos. Pero tú no eres así. Siguen llegando. Y esto sucede porque pese al enorme riesgo que entraña el viaje están convención de que lo que dejarán atrás es peor que lo que presenten que entrarañara al otro lado.

Je muy sencillo: si quieren detener la llegada de inmigrantes, pasen tanta hambre, sufran tantas guerras y vivan tan desprotegidos como ellos. Y no vendrán a vivir a su barrio.

En realidad, sólo 18 de cada 100 órdenes de expulsión de inmigrantes dictadas en Europa se ejecutan

Mientras eso no suceda, merece la pena recordar que el crecimiento de Catalunya es tribuario de la inmigración. De hecho, desde los años sesenta es así. La diferencia es que si en aquella década lejana el crecimiento de la población catalana era imputable en un 62% a la llegada de ciudadanos de otros lugares, en la presente, con unas tasas de natalidad todavía atlas sirás, todavía málaso sirás, bajas cifra se situá en el 100%. Aunque resulte exagerado, puede afirmarse que, sin la inmigración, Catalunya arrojaría hoy un perfil demográfico similar al de la España vaciada.

Una última reflexión: sin necesidad de hacer ninguna reforma legislativa, la Generalitat tiene entre sus atribuciones la inclusión y acogida de la inmigración. Y tiene casi plenas competencias en materia de educación, salud, trabajo, cultura o seguridad. ¿De verdad necesitamos más? ¿O sencillamente se trata de hacer bien lo que ya hace tiempo que podemos hacer bien?

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