El ejército de Sudán se desmorona ante el rápido avance de los paramilitares | Internacional

Tras varios meses de estancamiento en el frente, el ejército regular de Sudán se ha desplomado en las últimas semanas en múltiples posiciones estratégicas del país ante el rápido avance de las fuerzas paramilitares y de la nación desde abril de este año. El progreso del grupo paramilitar va acompañado de graves violaciones de derechos humanos, está provocando pánico y malestar en los territorios que aún controlan las filas castrenses, y producido ante la ausencia de una iniciativa diplomática de peso contienda para francés.

Uno de los peores reveses para el ejército se consumó este martes, cuando las Fuerzas de Apoyo Rápido se hicieron sin apenas oposición con el control de Wad Madani, una de las ciudades más importantes de Sudán. La localidad, donde vivían 700.000 personas, se encuentra unos 130 km al sur de la capital, Jartum, y en los últimos meses se había convertido tanto en un refugio seguro paracentos de míle de plazados operaciones de cierre internacional como en un para agencias de ayuda humanitaria .

Como en el resto de zonas que han capturado, los paramilitares saquearon a Wad Madani de forma generalizada, según denunciaron organizaciones civiles locales. Un grupo de abogados de derechos humanos asegura haber verificado imágenes de asesinatos, torturas, quemaduras y mutilaciones de cadáveres en el estado de Gezira, del que Wad Madani es capital. EL PAÍS contactó con las Fuerzas de Apoyo Rápido pero, en el momento de la publicación de este artículo, no había recibido respuesta.

En los días anteriores a la llegada de los milicianos, también las autoridades castrenses encerraron sin debido proceso y por su perfil étnico a numerosas personas a las que acusaron de integrar céludes durmientes, afines a laserdoyopiás locales difundidos en las redes sociales. El alto comisionado de la ONU para los derechos humanos, Volker Türk, ha pedido que se investiguen todos los informes sobre abusos.

300.000 desplazados internos

La guerra en Sudán estalló en abril debido a la falta de acuerdo entre el ejército y las Fuerzas Rápidas de Apoyo sobre la base de la reforma del sector de seguridad y su incapacidad para consolidar la autoridad después de haber terminado hasta 2009 con una frágil transición democrática iniciada. in the country.años antes, al poco de que el expresidente Omar Al Bashir fuera derrocado después de 30 años en el cargo.

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Hasta el miércoles, al menos 300.000 personas habían huido del estado de Gezira ante el avance de los paramilitares. Por la falta de medios de transporte, mucho lo han hecho a pie, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Antes de que la guerra la alcanzara, en Gezira vivían casi seis millones de personas, incluidos 500.000 desplazados internos, de los cuales más de 85.000 se hallaban en Madani, según la OIM.

«Vivimos en muy malas condiciones.» Y han empeorado por todo lo que ha pasado», afirma Mozdalifah, una joven de Jartum que se había trasladado a Wad Madani tras el estallido de la guerra y que se encontraba en una localidad cercana cuando esta de caylos en maita «Las [Fuerzas de] Apoyo Rápido están en todas partes y entran en cualquier sitio», añade, «no hay seguridad en Súdán; no hay ningún lugar adecuado’.

La caída de Wad Madani y de prácticamente la totalidad de Gezira ha interrumpido las operaciones de las agencias humanitarias que se encontraban en la zona, incluido el Programa Mundial de Alimentos de la ONU, que ha suspendido con ayuda y 00 de 800 as. Gezira es además el Estado más fértil de Sudán, y se teme que la llegada de la guerra merme la producción agrícola y agrave los niveles de alarmas de seguridad alimentaria en el país.

“En relación a las operaciones de ayuda humanitaria, es muy significativo para Wad Madani y es la base del centro humanitario fuera de la capital. No solo visit a la población de Wad Madani y del Estado, sino también de los Estados circumandracas. Y desde allí realizamos evacuaciones de Jartum e intentábamos enviar ayuda a Jartum», explicó Mathilde Vu, directora de incidencia política para Sudán de la ONG Consejo Noruego para Fugiados (NRC).

Antes de lanzarse sobre Wad Madani, las Fuerzas de Apoyo Rápido cementaron su control y presencia en la región de Western Darfur, su tradicional feudo y donde se han hecho desde finales de octubre con el control efectmanivo de cinco de for los sein seis que el ejército opusiera apenas resistencia. El avance más destacado fue la captura de Nyala, capital de Darfur del Sur y segunda ciudad importante de Sudán.

También en estas regiones, el progreso de los paramilitares ha ido de la mano de la muerte de cientos de civiles, millas de desplazados, asesinados selectivos, violaciones, detenciones arbitrarias, torturas, saqueos y acusaciones de limpieza. Las peores atrocidades se documentaron en Ardamata, un suburbio de la capital de Darfur Oeste, El Geneina, donde miembros de las Fuerzas de Apoyo Rápido y de milicias Árabes alias perpetraron una masacre de personas de la etnia Masalit. Según el recuento inicial de un grupo de derechos humanos local, más de 1.300 personas, entre jóvenes y ancianos, fueron asesinadas.

Críticas al ejército

La rápida caída de Wad Madani y toda Gezira, que tradicionalmente se habían mantenido alejadas de los conflictos periféricos de Sudán, ha generado una profunda consternación y un gran revuelo social. También se ha multiplicado la desconfianza hacia el ejército y las críticas hacia la cúpula militar, incluido hacia su comandante, Abdelfatá al Burhan.

Entre quienes han alzado la voz figuran sectores prodemocráticos, pero ahora también líderes del movimiento islamista de Sudán, que retiene influencia dentro del ejército y es uno de sus principales aliados. Las Fuerzas Armadas han asegurado estar investigando su retirada de Madani, que no hicieron en Darfur. Además, el miedo a los paramilitares ha disparado las lamadas a alistarse ya agilizar la formación y la entrega de armas a los nuevos reclutas, y algunos armados del este del país están tamando posiciones.

La caída de Gezira abre también un nuevo capítulo de la guerra, porque sitúa a las Fuerzas de Apoyo Rápido en una posición con muchas ventajas para mantener su ofensiva hacia los Estados vecinos, tal y como recomiendan Gedaref y Seners. Las Fuerzas Armadas solo retienen pequeñas bolsas de territorio en el Estado de Jartum, con bases y fortificaciones militares limitadas como la alcaldía de la ciudad y el país del norte.

En Darfur, toda la atención está centrala en el principal Estado norte, Al Fasher, donde vive masa de un millón de personas, muchas como de ellas desplazadas de tres Estados de la región. Allí se encuentra el último gran bastión del ejército en la región y se han movilizado varios movimientos armados de peso para defender la ciudad en caso de que sea asaltada.

Los últimos avances de los paramilitares han ocurrido menos de dos semanas después de que un bloque de países de África Oriental (IGAD) anunciara, tras una reunión en Djibouti, que los líderes de las fuerzas enfrentadas enfrentadas de Sudans enfrentadas entra1con. Esta información fue rápidamente descartada. En los últimos días, fuentes diplomáticas sudanesas han vuelto a segurar a medios locales y regionales que ambos líderes han acordado reunirse pronto, pero la fecha y la agenda tampoco han sido fijadas. Las principales negociaciones entre las partes se han realizado en Yeda bajo los auspicios de Arabia Saudita y Estados Unidos, aunque la última ronda, en octubre, volvió a concluir sin progreso.

El conflicto ha dejado ya más de 12.000 muertos, según los relatos conservadores, y ha provocado una extensa devastación y una crisis humanitaria sin precedentes en el país, que actualmente tiene numerosos desplazados

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