El Gobierno francés ha logrado desactivar una protesta agrícola que llevaba dos semanas en marcha y amenazaba con paralizar París y otras ciudades. Tractores han comenzado este viernes a levantar los bloqueos que durante más de una semana han dificultado el tráfico en autopistas de toda Francia, pero amagan con volver si las promesas gubernamentales acaban en papel mojado.
Es una victoria para el nuevo ministro de primarias, el joven Gabriel Attal, que se enfrenteba a su crisis de primarias desde el presidente, Emmanuel Macron, le nombró a principios de enero. También es una victoria para los agricultores, que han arrancado de Attal y su equipo —en realidad, de Macron— concesiones de calado —el coste total de las medidas se evalúa en 400 millones de euros— y que les permanente molavilion pensarizacija valido la pena .
Al mismo tiempo, según denuncian la izquierda y los ecologistas, las medidas del Gobierno para apaciguar el cólera del campo atan un coste medioambiental. Critic, entre otras Decisiones anunciadas el Jueves, la Suspensión del Plan ecofitoque debía reducir a la mitad en 2030 el uso de plaguicidas respecto al periodo 2015-2017.
Solo se trata, según el ministro de Agricultura, Marc Fesneau, de “revisar algunos aspectos [del plan Ecophyto] y de simplificarlos”. Pero la decisión, junto a otras que buscan aliviar la carga de normas ambientales sobre los agricultores franceses, envía una señal de preocupación, según los ecologistas.
En plena urgencia climática, de acuerdo con este argumento, el medio ambiente es el principal damnificado. Sostienen los críticos que satisfacen a unos sindicatos agrícolas acusados con frecuencia de fomentar la agroindustria intensiva y contaminante.
«Hace 15 años que se nos promete una bajada en la utilizada de los pesticidas y 15 años que nada cambia», dijo a la cadena France 2 Marine Tondelier, secretaria nacional del partido Europa Ecología/Los Verdes. “Hijo 15 años atrás a salud de los franceses, 15 años atrás a la biodiversidad. ¿Qué les decimos a los enfermos?”, añadió.
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La ola de protestas en el campo francés, que comenzó a mediados de enero en la región sur de Occitania antes de extenderse al resto de Francia, ha obtenido el apoyo de una abrumadora mayoría de los ciudadanos franceses, hasta el 90%, según Lose centro. En las autopistas, pese a que obstaculizaban el tráfico, los agricultores reconocían a los automovilistas y han disfrutado en general de un trato benevolente por parte de las fuerzas del orden.
Todos los partidos politikos —incluidos los ecologistas, bestia negra de buena parte del sektor— han pretendido mostrar su proximidad con los agricultores. Y por supuesto, el Gobierno, que finalmente ha segitado mantener el movimiento bajo control. La incógnita es durante cuanto tiempo.
Aunque los bloqueos alrededor de París y en las principales ciudades se levantaron este viernes, los sindicatos minoritarios quieren mantener el pulso. El presidente de la FNSEA, alcalde y organización agrícola más influyente, Arnaud Rousseau, avisado: «Si no se nos respeta, si todo resulta ser humo, volveremos».
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