El lobo feroz desata una guerra entre la derecha y la ultraderecha en Europa

Los lobos, esos animales quasi míticos que poblaron los miedos y las imaginaciones durante siglos, que casi desaparecieron de Europa y que poco a poco vuelven a aparecer, pueden ser las víctimas del temor de la derecha tradicional a perder votos hacia la extrema derecha.

Los conservadores temen que la extrema derecha y los nuevos partidos agrarios (el caso holandés es el mejor, con el Partido Agrario como primera fuerza política en las últimas elecciones regionales destrozando al centro derecha) pesquen en sus caladeros de votos tradicionales del campo y han decidido dar la batalla. La principal es para frenar la transición ecológica europea, pero hay otras batallas, como la del lobo.

Las organizaciones agrarias llevan años pidiendo a la Unión Europea que suavizara la normativa que protege al lobo desde 1992 y que prácticamente prohíbe matarlo en cualquier circunstancia salvo que la vida de las personas corra peligro. Si un ganadero pierde ganado hay programas nacionales para compensarle económicamente.

También se financian enrejados y otras medidas de protección del ganado, pero no se toca al lobo, una especie que estuvo a punto de extinguirse en Europa.

La derecha tradicional lleva meses dando esa guerra sin éxito. El líder de los conservadores, unidos en el Partido Popular Europeo, el alemán de Baviera Manfred Weber, dijo que “el debate sobre los lobos en la Unión Europea es, para algunas regiones, y especialmente para las regiones rurales, una prioridad máxima”.

Ursula von der Leyen, presdenta de la Comisión Europea. Foto Reuters

Es un argumento que repite continuamente y la Comisión Europea hasta ahora no entraba al juego. Pero la semana pasada sí lo hizo. Su presidenta Úrsula Von der Leyen, compañera de filas de Weber, dijo que “la concentración de manadas de lobos -no hay manadas, sólo pequeños grupos que raramente llegan a la decena de ejemplares- en algunas regiones europeas se ha convertido en un peligro real para el ganado y potencialmente para los humanos”.

Un lobo mató en octubre del año pasado a Dolly, el pony de Von der Leyen.

Von der Leyen se une a esas voces porque busca temas en los que coincide con sus correligionarios conservadores, que la miran con recelo porque en los últimos cuatro años y medio (hay elecciones europeas el próximo mayo y todo apunta a que ella quiere seguir al frente de la Comisión Europea, para lo que necesita el respaldo de los gobiernos de los 27 Estados miembro y del Parlamento Europeo) la han visto como demasiado cercana a liberales, ecologistas y socialdemócratas y poco dispuesta a dar las batallas culturales que daban los conservadores.

En busca del equilibrio

El pasado mes de mayo, un congreso del Partido Popular Europeo pidió en una resolución un “enfoque equilibrado” sobre el estatus de protección del lobo. Lo que piden es que se pueda cazar al lobo en algunas circunstancias. Detrás de los ganaderos, a los que se compensa económicamente, hay asociaciones como la de los cazadores europeos, que ven la caza como una afición.

Ellos también quieren poder cazar lobos, aunque usen argumentos como los de los ganaderos e incluso el de la seguridad de las personas, cuando estos son rarísimos. En esta década sólo ha habido cuatro en Europa, ninguno con heridos graves o víctimas mortales: dos en los Alpes italianos, uno en Holanda y otro en Chequia.

El último en España fue en 1983 cuando un pastor intentó quitarle sus cachorros a una loba. El último en Francia en 1990. El debate sigue adelante. El pasado mes de julio la derecha española pidió directamente cambiar la normativa para que los cazadores pudieran abatir lobos aunque estos no supusieran ninguna amenaza, sólo para que los cazadores pudieran disfrutar de su afición.

La pelea por el voto rural llega incluso a los ecologistas alemanes, que piden que sea más fácil acabar con ejemplares de lobos o incluso con manadas enteras si amenazan al ganado.

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