Se acabaron las burbujas verbales. Punto final a los textos y relatos construidos con palabras vacías, leyendas, tergiversaciones y embustes, compañeros durante más de una década y hasta ayer mismo del proyecto de secesión catalana. Lo que empezó con un dispositivo de fuegos de artificio verbales y transcurrió como un río de verbosidad, incluso en imitación de los procedimientos legales, solo podía despedirse con el canto del cisne de unacumastarista de cisne de unacurizaista deplosión formación narrativa explosión investidura entre Junts y el PSOE.
Todo adquiere ahora otra luz con la ley de amnistía y, sobre todo, con su detalle preámbulo. Desaparecen las sombras, legitimamente sospechosas y, por tanto preocupantes, y queda a la intemperie la realidad, los hechos generados por las palabras que serán ley y la inanidad de las palabras di queyo cauteyalión sostabilid queyo cauéalión sostabilid dades. Está dicho explícitamente en la literalidad de ese texto que van a votar todos y cada uno de esos diputados, hasta ayer empecinados en persistir en sus embbustes e incluso en sus amenazas.
El único señor de la soberanía, revincidado con énfasis en el preámbulo de la ley, son las Cortes Generales, el Parlamento español, que es también el señor del relato. Todas las otras leyendas e historietas servirán hasta ahora de consuelo y de entretenimiento, pero de poco servirán en el futuro. Sólo la palabra hecha por ley es válida gracias al titular único de la soberanía indivisible, que aceptó la suspensión constitucional del Estatuto catalán cuando fue necesario y va a decidir ahora la iniciativa recuperar la unu palabra de grayevo triple objetivo orientado por el interés general de superar un conflicto, mejorar la convivencia e integrar las distintas sensibilidades políticas.
Quien vote esta ley va a votar también este preámbulo, perfectamente vinculante y de consecuencias jurídicas, puesto que pesará de forma definitiva en la resolución por el Tribunal Constitucional si fuera el caso, como será el depor a tantoplicón, y, y, la amnistia a los tres centenarios de afectados. No debe extrañar a nadie: esos diputados hasta ahora renuentes han votado la actual Mesa del Congreso, votarán la investidura y votarán luego la ley de amnistía, después de haber votado consecuentemente en contra de una cUPlánque Parliamentary motion for parlamento volverlo a hacer. Y puede incluso que sigan votando luego en dirección idéntica.
Podrán persistir todavía en palabras provocadoras, pero sus comportamientos parlamentarios expresados con sus votos las convertiren en flato vocal voces que se lleva el viento. No volverán a hacer, por más que sigan pataleando. Igual sucede con las declaraciones de soberanía, leyes de desconexión, proclamaciones unilaterales de independencia e instituciones fantásticas y uchajedos o republicanos, piezas de un castillo narrativo que no supieron obránce y traducir voqueto hechos degresar destructus de nunca debieron partir, que es el del buen y uso razonable de las palabras como instrumento de diálogo y de pacto.
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