La NASA pierde contacto con la Voyager 2, una de las sondas más lejanas de la humanidad

El pasado día 21 de julio, una serie de instrucciones enviadas por la NASA a la sonda espacial Voyager 2 causaron que, por error, su antena se desviase unos 2 grados. Como consecuencia, la antena quedó desalineada con la Tierra y se perdió el contacto con la nave.

En estos momentos, aunque la Voyager 2 sigue funcionando y transmitiendo datos, éstos no pueden llegar a la red de antenas de seguimiento que la NASA tiene alrededor del mundo. Y la nave tampoco puede recibir comunicaciones, de forma que no es posible enviarle una secuencia de instrucciones para corregir el problema.

Ahora la esperanza de los responsables de la NASA se centra en el correcto funcionamiento del mecanismo de re-orientación de la antena, un procedimiento que la Voyager 2 ejecuta de forma periódica y de manera autónoma varias veces al año. Según la NASA, la próxima activación del proceso tendrá lugar el 15 de octubre.

Los viajeros más lejanos

Las sondas gemelas Voyager son las naves más lejanas que tiene la humanidad. Lanzadas al espacio el año 1977 con unas 2 semanas de diferencia, la Voyager 1 y la Voyager 2 se encuentran a 23.900 y a 19.900 millones de km de distancia de la Tierra respectivamente. Las comunicaciones de la Voyager 1 tardan 22 horas y 12 minutos en alcanzar nuestro planeta, y las de su gemela 18 horas y 28 minutos.

Después de casi 46 años, las Voyager siguen funcionando y enviando datos a la Tierra. Aproximadamente, la mitad de sus 10 instrumentos científicos se encuentran operativos, y a partir de sus mediciones se sabe que ambas naves han entrado en lo que se conoce como región interestelar, el espacio en dónde el viento solar y el campo magnético de nuestra estrella dejan de ser dominantes.

Las previsiones de la NASA apuntan a que la Voyager 1 tiene energía suficiente como para continuar funcionando hasta el año 2040, y en el caso de la Voyager 2 se espera que las reservas aguanten hasta el 2034.

La gran bolea cósmica

Las misiones Voyager representan uno de los mayores éxitos de la exploración espacial. Su objetivo principal fue la exploración de los 4 grandes planetas gaseosos del Sistema Solar, aprovechando una rara alineación que se produce cada 175 años y que permitía saltar de un planeta al siguiente en trayectorias de bajo consumo. Este mecanismo de salto recibe el nombre de asistencia gravitatoria, y aprovecha el paso cercano por un planeta para corregir la trayectoria y acelerarla hacia el siguiente objetivo, como si se tratase de un juego de billar.

Para diseñar la misión y sacar partido de la alineación planetaria, los ingenieros de la NASA analizaron más de 10.000 posibles órbitas para las Voyager. Finalmente las trayectorias elegidas llevaron a la Voyager 1 hasta Júpiter (incluyendo un paso cercano por una de las lunas más espectaculares del planeta, Io), después hasta Saturno y su satélite más grande, Titán, y por último hacia los confines del Sistema Solar.


La trayectoria seguida por la Voyager 2 

Tomruen

Por su parte, la Voyager 2 visitó consecutivamente Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno antes de dirigirse, también, a las regiones más externas del Sistema Solar. De esta forma, la Voyager 2 se convirtió en la única misión que, de momento, se ha acercado a Urano (enero de 1986) y a Neptuno (agosto de 1989).

Los márgenes de error que permitían las trayectorias de las Voyager eran diminutos. Por ejemplo, el primer paso por Júpiter, situado a 800 millones de km de distancia, se debía realizar con una precisión de 100 km.

Mensajes destinados a otras civilizaciones

Las sondas Voyager transportan una serie de mensajes e informaciones sobre nuestro mundo, en lo que sería una cápsula del tiempo destinada a una potencial civilización que, en el futuro, pudiese capturarlas y analizarlas.

Las Voyager transportan un disco dorado con información y mensajes de nuestro mundo

Las Voyager transportan un disco dorado con información y mensajes de nuestro mundo 

NASA/JPL-Caltech

En concreto, las naves llevan sendos discos de oro en los cuales se encuentran grabadas músicas e imágenes de la Tierra, así como saludos en diversos idiomas.

En la cubierta de los discos aparecen las instrucciones para decodificar los contenidos, así como representaciones que sitúan a nuestro sistema solar en base a la posición de algunos objetos astronómicos de referencia. También incluyen un elemento de uranio-238 que permite, a partir del análisis de su descomposición radioactiva, calcular la edad de las sondas.

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