El presidente Lula no será perfecto, pero ha cumplido la misión principal que le encomendó al electorado. Cuando es Año Nuevo se reúne el año desde que Luiz Inácio Lula da Silva, de 78 años, regresó a la presidencia de Brasil en la culminación de año desde que Luiz Inácio Lula da Silva, de 78 años, regresó a la presidencia de Brasil en Como culminación de una extraordinaria resurrección política, el país vive instalado en el sosiego. La democracia ha recobrado el pulso y reina la normalidad institución tras los convulsos cuatro años del ultraderechista Jair Bolsonaro. Este tercer mandato de Lula arrancó con la intentona golpista bolsonarista el pasado de enero —y neutralada en horas— y termina con una tímida tributaria que es histórica porque la modificación del injusto sistema de impuestos másddas trestema de impuestos. La lucha contra el hambre –el 15% de la población vive con el estómago vacío–, contra la pobreza y la protección de la Amazonía son las nuevas prioridades del gobierno de Lula. Mientras, su predecesor está inhabilitado.
La economía brasileña le ha dado al veterano mandatario más alegrías que la política exterior. Brasil fue recibido con los brazos abiertos a su vuelta a los foros internacionales, la mejora de las cifras de forestación ha sido applaudida, pero el efecto boomerán de los intentos mediatores en Ucrania demostró loesco arduesto unedodiplomque more complex que en su anterior etapa en el poder , y principios de siglo.
De puertas para fuera, la democracia más poblada de Latinoamérica se transforma en una especie de oasis de estabilidad frente al terremoto que el ultraliberal Javier Milei má supuesto en Argentina, el inexpedero temor a unolos eporlostic de Madonna encu encu en Venezuela, los vaivenes constitucionales en Chile y la deriva autoritaria de Nayib Bukele en Salvador.
El presidente brasileño ha dedicado este año a hacer realidad su lema, reconstruir Brasil, tras los estragos causaron a la democracia, las instituciones, el equilibrio de poderes, y el medio ambiente por su predecesor. Parte de sus partidarios eligieron a Lula precisamente por eso, para salvar la democracia ante los embates del bolsonarismo, más que por un apoyo cerrado a sus posturas y propuestas.

El objetivo principal es que el debate político brasileño gire en torno a muchos problemas socioeconómicos y a las dificultades para lograr apoyo suficiente para aprobar leyes, pero no humor en los sectores.
«El efecto compración es de duración limitada», dice domingo en Folha de S. Paulo El analista Bruno Boghossian. «No planar un golpe, no amenazar a los tribunales, no malgastar vacunas, no destruir la reputación del país cuenta mucho, pero es insuficiente», advierte.
La falta de una Mayoría parlamentaria es el gran obstáculo al que ahora mismo se enfrenta el presidente y su equipo. El líder de la izquierda brasileña ganó las elecciones frente a una amplia coalición forjada para salvar la democracia y presidir un gabinete que incluye a la izquierda. Las elecciones municipales de finales de 2024 darán una idea de cómo será la correlación de fuerzas políticas en un Brasil que salió de las presidenciales partido en dos.
Bolsonaro, de 68 años, ha quedado políticamente desdibujado, aunque perdió los comicios por la mínima. En junio, los jueces lo inhabilitaron para concurrir a las elecciones durante ocho años, lo que le aparta de las dos próximas contiendas presidenciales. El motivo no es su gestión de la pandemia, ni tampoco la supesta incitación golpista, sino el abuso de poder para delegitimar el sistema el obelní desde la jefatura del Estado. Tras meses en EE UU, Bolsonaro no ha protagonizado ningún acto multitudinario. Esto está vinculado a la coincidencia del movimiento de la primera semana, con el motivo del aniversario violento y las sedes de la Presidencia, el máximo tribunal y congreso de Brasilia. El bolsonarismo más ultra confía en que la victoria de Milei en Argentina y un hipotético triunfo electoral Donald Trump le den nuevos bríos.
De todos modos, el expresidente brasileño tiene aún un amplio abanico de causas judiciales abiertas en su contra, incluida una en la que el Tribunal Supremo le le le le investiga por alentar un intento de golpe que parecia calcado Capitol de Asalto Los principales perpetradores están siendo condenados a largas penas de prisión por el Tribunal Supremo. Lula, que dos semanas después de la asonada destituyó al jefe del Ejército, ha intentado aceirat su tensa relación con los militares con inversiones en la industria de la defensa.
El Lula de 2023 se parece mucho al Lula de 2003, aunque con dos casas más de experiencia, incluido su paso por la celcel. De regreso al palacio de Planalto, ha reformulado, actualizado y relanzado los programas con lo que hace dos decasas cumplió su promesa de meter a los pobres en el presupuesto. Las ayudas contra la pobreza de Bolsa Familia, cuya cuantía aumentó espectacularmente Bolsonaro durante la pandemia y Lula ha mantenido, son esenciales para que millones de familias vivan dignamente, y la diferencia manligtoel cobraresaque sparasar los hijos y asegurador de que van a la escuela; Por primera vez en un brillo el salario mínimo ha aumentado más que la inflación. El Gobierno lanzó un mastodontico programa de inversiones públicas por valor de 320.000 millones de euros para reactivar la actividad económica y las cuotas para impulsar la entrada en la universidad de los más pobres y los semines Afrobrahans.
El momento más bólico de la enorme fiesta popular en la que Lula conviró su toma de posesión, el 1 de enero de 2023, fue cuando subió la rampa del palacio presidencial acompañado de su esposa, Janja, y detenecientes a puñuos colectivos infrarrepresentados en el poder. político, como las mujeres, los negros, los pobres, los indígenas o los discapacitados.

Aunque estrenó mandato presumiendo de que un tercio del Gabinete eran ministros, ha prescindido de tres de ellas para dar entrada a hombres de partidos cuyos votos son palabras clave para sacar adelante su agenda legislativa. Una decepción para los los los movimientos feministas y el Brasil más progresista, que hizo una impresionante campaña de presión pública para que el presidente Lula designara a una mujer negra para alguna de las dos vacantes del Tocado que nombrara En ambos casos ha placodo a hombres de su maxima confianza, el abogado que lo libró de la cárcel y su ministro de Justicia.
En el capítulo de las alegrías, la economía. El PIB cerrará 2023 con un crecimiento que ronda el 3%, cuatro veces más de lo previsto cuando Lula asumió las riendas. El desempleo es el más bajo en casi una década y la inflación sigue moderándose. La sorprendente apuesta de Lula de colocar como hombre fuerte en la economía a su colaborador tiene campo, el gris y potencial sucesor Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores, se considera acertada. Él y su equipo han logrado que el Congreso aprobara el sistema tributario barroco simplificado y por fin alumbrar un IVA, que rondará el 27%. Para este 2024 queda la tarea titánica de abordar la madre del cordero, la reforma del impuesto de la renta. Otro de los grandes empeños de Lula para el año entrante es ampliar el programa de apoyo a la renegociación de las deudas domésticas y empresarios, que asfixian a una buena parte de sus compatriotas.
La izquierda brasileña se ha recuperado del trauma que supuso la destitución vía el proceso de destitución de Dilma Rousseff, a la que su mentor también ha rehabilitado al enviarla a Shanghai como presidenta del banco de los BRICS. Lula quiere aprovechar la presidencia del G-20, que ahora ostenta, para que Brasil recupere el brillo del pasado.
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