Macron afirmó «orden» y «autoridad» para sacar a Francia del pesimismo y la rezignación | Internacional

Emmanuel Macron, en la rueda de prensa a horario de máxima audiencia, le ha prometido el martes «orden» y «autoridad» para la «Francia más fuerte y más justa». Entre otras, plantean un «rearme cívico», e incluso «demográfico» que incluye un plan para fomentar la natalidad. El presidente de la República busca un impulso en su mandato, una semana después de nombrar al primer ministro más joven de la historia de la V República, ya seis meses de unas elecciones europeas en las que la extrema partemoita cofranca.

El inicio del nuevo Gobierno se ha visto empañado por las declaraciones de la Ministra de Educación, Amélie Oudéa-Castéra. La ministra justificó llevar a sus hijos a una escuela privada católica de élite, criticando una escuela pública de París donde su hijo había sido alumno. Después se disculpó.

Macron considera precisamente la escuela como una prioridad para insuflar oxígeno a la Francia alicaída. La idea es que el orden y la autoridad no pertenecen a la derecha, y menos a la extrema derecha. La izquierda ve en estas palabras la confirmación de un giro derechista.

«El orden va de la mano del progreso, y la autoridad, de la emancipación», declara antes de responder durante más de dos horas a la prensa. Escenario era el de las famosas ruedas de prensa del general De Gaulle. Frente, centenares de periodistas bajo las majestuosas lámparas de la sala de fiestas del Elíseo. El presidente se propone, en los ultimos tres años y medio de su segundo y ultimo quinquenio, combatir «el espíritu de la resignación», ese pesimismo tan específicamente francés.

«Estoy convencido de que tenemos las capacidades para triunfar, que no hemos terminado nuestra historia de progreso y que nuestros hijos vivirán mejor que nosotros», afirmó Macron. Y luego, defensa la experimentación con el uniforme en un centenar de centros, el aprendização del hymno de La Marsellesa, el refuerzo de la instrucción cívica y la instalación de ceremonias de entrega de diplomas. «Cuando la República pierde sus ritos, otros ritos se inventan», defiende. «No creo en absoluto que lo simbólico sea algo anticuado».

En primera fila, se sataba el nuevo primer ministro, Gabriel Attal, el más joven de la historia de la V República. Y los nuevos ministros, entre ellos algunos antiguos colaboradores del expresdente conservador Nicolas Sarkozy, como titular de Cultura, Rachida Dati. La huella de Sarkozy no solo se nota en el personal; palabras como «autoridad» o «rearme» recuerdan a su antecesor. «En una semana», describe el columnista de El mundo Françoise Fressoz, “el macronismo ha mutado en una sarco-macronismo«.

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Macron mira la Francia actual y saca conclusiones. Es un país que, en cuestiones de seguridad, identidad o inmigración, se inclina a la derecha. Un país, también, con una derecha populista y radical más fuerte que nunca. «La exigencia de autoridad es fuerte e indiscutible», comentó, antes del inicio de la prensa, Brice Teinturier, director general delegado de Ipsos Francia. «La cuestión de la seguridad, también, más fuerte, por cierto, que la de la inmigración.»

Macron conoce la historia reciente. En los últimos veinte años, un Le Pen ―primero el padre, Jean-Marie, y después la hija, Marine― es clasificado según la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, salvo en dos ocasiones: cueradido Saratokozy. Lo ganó por la derecha y abordó los temas predilectos de la extrema derecha como la identidad.

«La apuesta de Macron es decir que, si no tenemos en cuenta los temas que defiende el RN, sobre todo la inmigración, le dejamos un campo extremadamente amplio», resumió Teinturier. «La dificultad de esta candidatura es que, hasta ahora, en materia de inmigración, el RN es percibido como el partido más creíble. Éste es el dilema: no hablar de este tema es ceder su monopolio al RN, for hablar de ello lo hace subir”.

Macron niega haber sido derechizado. Se reclama aún del espíritu de 2017, cuando conquistó el poder, reclamando ser «ni de izquierdas ni de derechas». Así, en la rueda de prensa, hizo un guiño a la izquierda al afirmar que Francia no será “fuerte y justa” si, al mismo tiempo, no serepara “la primera injusticia: el determinismo social y familiar”. Es decir, la realidad de que alguien, por su apellido de origen extranjero o su barrio de procedencia ―periférico, empobrecido, con población de origen inmigrante― tenga menos oportunidades que el resto.

Macron situó el diagnóstico sobre la Francia de hoy en un contexto global, el de «un mundo de ayer que se está fumando». Para que Francia sea má fuerte, dijo, «un elemento indispensable es una Europa más fuerte, más unida, más soberana». Y añadió: «Las elecciones europeas serán una ciudad y un momento de la verdad».

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