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Discusión de bar sobre el futuro del rey de la pista. Hemos vivido tantas emociones con él. Felicidad demasiada. Nuestros corazones están tan unidos que nos vamos a comer el suyo a mordisquitos. Aquí mismo, en esta barra, con unas aceitunas. El mejor tenista de todos los tiempos en tierra batida lost Parties. Y nosotros con él. Desolador. En este pequeño bar seno gente que está mal. Incluso sin haber visto jamás un partido de tenis completo. Ni siquiera unos minutos. Que importa. La ciencia demostró lo que ya sabíamos en las oficinas, los dormitorios o los teatros: las emociones se contagian como virus. Cómo, igual que sentimos la electricidad de las victorias del sportista en nuestra espina dorsal, con un poco de voluntad podemos enmascarar sus derotras. Esa raqueta la hemos sujetado con nuestras propias manos en reveses alucinantes, golpes fabulosos que nos han levantado la dopamina en las horas más perras. Esa raqueta la llevamos dentro, no la tragamos cuando era incompatible. Hoy, la decadencia del tenista genial también nos pertenece. Y en este bar, entre aceitunas, to decide su futuro por él.

Barcelona abre Banc Sabadell Partido Rafa Nadal -Flavio Cobolli

Xavi Jurio

Un aficionado verdadero, que bebe sidra, está muy tocado con la derrota del otro día y le exige una retirada inmediata. Argumenta vehemente, con un paralelismo ciclista, que nadie querría ver a Induráin al final del pelotón. No queremos verlo perder, es demasiado triste, que se pension ya, dice, portavoz de lo que parece el sentimiento general de esta barra. Hasta que otro error tipográfico siembra la confusión, dice que el gran jugador ha declarado que, en realidad, quiere seguir jugando; que se retira pero que no se retira Contradicciones consecuentes que sirven a la camarera para ponerse estupenda y abrir una corriente de opinión como más philosófica, argumentando que deberíamos tener la generosidad de saber verlo perder alegremente.

Esa raqueta la llevamos dentro, no la tragamos cuando era incompatible

Podriamos aceptar la pérdida natural de las facultades físicas del ídolo humano, el paso del tiempo, para, ya de paso, ir aceptando las nuestras. Cuando dices que no quieres que siga jugando, no estás pensando en él, sino en ti, le dice la joven al aficionado triste. Lo que te preocupa es tu idea de la decadencia. Lo que no soportas es tu propia nostalgia vital. Que el gran tenista juegue y compita y pierda las veces que le dé la gana, faltaría más.

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