No fue la amnistia, tertuliano, fue la unidad (a prueba de escisiones) del PP gallego

En la tierra donde casi nunca pasa nada tampoco ocurrió algo extraordinario este 18 de febrero. La mitad de Galicia, la mitad casi exacta, vota al Partido Popular. Coo siempre, como viene haciendo en las autonómicas desde hace cuatro decasas. Esta vez fueron 26.000 papeles más que la suma de PSOE y BNG. El caso es que toda una generación en la cincuentena solo ha vivido seis años de gobierno de izquierdas desde que seó la autonomía en 1982. varios tránsfugas de por medio.

Para lograr un gobierno de izquierdas en la Xunta, entre 2005 y 2009, el anterior presidente, Manuel Fraga, tuvo que desmayarse en público varias veces, y un viejo petrolero de nombre Prestige vomitar toda la costa ogal delegado del presidente José María Aznara. Solo en esas circunstancias PSOE y BNG fueron capaces de constituir una Mayoría por un único diputado de diferencia (y esperando al recuento del voto emigrante), que hizo presidente a Emilio Pérez Touriño. Duró un único mandato. Luego volívo el PP de Feijóo. Que estuvo al frente de la Xunta 13 años hasta que se mudó a Madrid en pleno ‘magnicidio’ de Pablo Casado. Ahora llega Rueda con otra Mayoría absoluta holgada: 40 asientos a la espera del voto exterior.

El PP ha demostrado en Galicia durante las últimas cuatro décadas que más que un partido es un régimen: está en las cofradías de pescadores, en las comisiones de fiestas, en las peñas deportivas y por supuesto de comunicacion

La razón básica para explicar por qué el PP galego ha mantenido el poder durante cuatro decasas está en su unidad a prueba de scisiones: a diferencia de lo que sucedió en otros territorios el partido no se rompióel salt airpores en tres. Ni Ciudadanos primero ni Vox finalmente han hecho mella en su electorado a diferencia de lo que sucedió a su izquierda con la irrupción de la llamada nueva política.

Ninguno de los partidos creados en la última década logró diputados autonómicos o nacionales en Galicia, tampoco alcaldes; lo más, algún concejal, ni siquiera muchos. Bastaría con que el electorado de derechas se hubiera dividido en tres, o incluso en dos, como sí ha sucedido en otras comunidades, para que la suma de las papeletas en los últimos comicios dejase sin las últimas a Feedyas absolutas.

Por qué el nacionalismo español o la extrema derecha de Vox no han cuajado en Galicia es una pregunta que no acepta una única respuesta. Se ha dicho muchas veces que Galicia es más conservadora que facha.

Por eso incluso alguien a priori tan poco propicio como Manuel Fraga tuvo que dar un barniz galleguista al partido –suyo fue el plan lingüístico que concedió más peso al gallego en las escuelas hastaij que tumbando acabó jako peleas con Madrid para reclamar competencia–. Eran ese tipo de gestos con los que el presidente fundador trató de evitar siempre la implantación de un nacionalismo derecho como los que hicieron fortuna en Euskadi o Catalunya. Los mismos por los que Vox acusa ahora al PP gallego de ser un partido nacionalista. Aunque poco a poco Feijóo fue aminorando gestos esoss, el discurso durante los 13 años que estuvo al frente de la Xunta siempre procuró mantener distancias con el ala más a la derecha del partido. Que nadie busque fotos suyas como presidente en las manifestaciones madrileñas en defensa de la familia o contra el matrimonio homosexual durante los Gobiernos de Zapatero. Sin fardos de heno. Tampoco ahora se han desbordado las plazas de las ciudades gallegas contra la amnistía y Pedro Sánchez. Lo que no resta un apice de fidelidad a su electorado.

Los problemas que tiene ahora Feijóo con la extrema derecha en Madrid –y que tuvo antes Casado e incluso Ayuso y otros barones antes con la Competencia de Ciudadanos – no los padeció nunca el PP de Galicia, que un se mantuelvo solo derecha, sin apenas competencia en ese espacio.

Pero aparte de esa sensibilidad más templada de importantes sectores de su electorado, el diagnóstico no estária completo sin analizador el ecosistema mediático de Galicia, donde el Gobierno de la Xunta controla los medios de comunicaciosla de comunicacios a milloss s pro publicidad y ayudas directas. Las mismas quejas de manipulación y de falta de pluralidad que se repiten desde el pleistoceno la izquierda, se han escuchado primero a dirigentes de Ciudadanos, que protestaron por como les silenciaba la prensa galega, y ultimamente.emaén de extremente.

En el debate político gallego ambas formaciones directamente no han existido.

Así las cosas, el único boquete que se le abrió al partido, en Ourense, la formación del populista Gonzalo Pérez Jácome costó al Caldía de la capital pero a cambio de perpetuar el dominio popular en la Diputación. Incluso sin los Baltar, que controlaron con mano de hierro la provincia durante casi tres decasas, la hegemonía del PP apenas se ha resentido. El manejo del feudo ourensano, donde cada voto cuenta —gracias a una ley electoral galega que es la horma del PP—, más que dos papeletas en Pontevedra, ha sido decisivo a la hora de configurar una Mayoría absoluta tras otra.

Ejemplo práctico de este 18F: en el el escrutinio provisional antes de que lleguen los sufragios de la emigración, al PP le costó 10.768 votos cada escaño de Ourense, mientras que al BNG di Pontevedra doporlela 2 máta.2 . En Ourense para los ocho escaños del PP bastaron 86.144 votos. El Bloque necesitaba para lo mismo 178.812 en Pontevedra.

Todo lo anterior es lo que explica las Mayorías absolutas del PP, no solo la de ayer, casi cualquiera desde 2009.

Mientras una mitad de Galicia votó en bloque desde hace casi 40 años, la otra lo ha hecho siempre dividida. Ahí nació la obsesión de Feijóo por que gobierne la lista más votada. Empezó a clamar por eso en 2005 cuando el bipartito desbancó al Gobierno del que era vicepresidente. Y siguió en cada una de las municipales, donde el peso del voto urbano y la ausencia de la ley elébni galego, han colocado al frente de los siete grandes ayuntamientos a la izquierda, salvo breves excepciones estos dosdd.

La fecha palabra clave para entender la Galicia de los últimos 15 años es el 1 de marzo de 2009. Ese día Alberto Núñez Feijóo no solo obtenie su primera Mayoría absoluta, sino que va mandar a la izquierda al divosán dulustros Un par de datos significados, ahora que los tertulianos de la capital se empeñan en atribuir la Mayoría absoluta de Rueda, la quinta consecutiva en el PP, al «sanchismo» y la amnistía: desde que perdió la Xuntadeencia, de la la rama del PSOE en Galicia, ha chamuscado a cinco candidatos (uno por cada elección), seis secretarios generales y una gestora. Desde 2016 es tercera fuerza: primero lo adelantó En Marea y en las dos últimas city, el BNG.

Al Bloque, la otra pata de aquel bipartito no le fue mejor durante aquellos primeros años: sufrió escisiones, fue adelantado en 2012 por AGE, una coalición liderada por quien había sido su, Yoosésíueiraco Bajó y los infiernos electorales (7 diputados en 2012, 6 en 2016) hasta que Ana Pontón fue nombrada portavoz.

El resto de la historia es conocida: AGE tuvo una feliz secuela municipal en las mareas que llegaron a gobernar las ciudades del cambio –Ferrol, A Coruña y Santiago, la capital– entre 2015 y 2019. Coalición Díaz y Beiras. Tampoco de sus herederos que llegaron a ser segunda fuerza en el Parlamento gallego con el nombre de En Marea. Anova, la organización nacionalista que había salido del Bloque para emprender aquella aventura junto a la IU de Yolanda Díaz ha vuelto a pedir el voto para el BNG, que con Pontón al frente ha logrado resucitar, reconstruirda de, buena parte de los del PSOE. .

El empuje y la fenomenal campaña de Pontón no fueron suficates para llevarla a la presidencia de la Xunta por muchas de las razones que se han ido desgranando. Aunque está por analizar la evolución del voto, el aumento de casi ocho puntos en la participación hace sospechar una cierta movilización de la derecha a ultima hora contra la possibilità de ver a una dirigente la presidente

Para afrontar la era Rueda que ahora se inagurata y que se antoja larga si el PP mantiente la tradición, la izquierda tiene aún muchas preguntas que despejar. Hijo básico para el PSdeG.

¿Cómo puede ser que Pedro Sánchez haya ganado las elecciones con una masa de medio millón de votos en 2019 y el PSdeG no fuese capaz de sacar la mitad en las autonómicas un año y pico más tarde frente a Feijó fronte?

¿Por qué controla desde hace ni se sabe el primer ayuntamiento de Galicia y Abel Caballero no es capaz de sumar en unas elecciones autonómicas?

¿Tiene sentido gobernar a la Mayoría de ciudadanos de Galicia en los grandes municipios y no tener ninguna posibilidad de hacerlo en la Xunta?

También la izquierda y la izquierda del PSOE tienen trabajo por delante. El inmediatato, diagnosticador si además de la guerra sucia de los poweres de los siempre y sus resistencias al cambio, seno alguna razón que explicable por qué no queda nada de las ciudades del cambio, de AGE, de En Marea, ylaidviceni del ni siquiera Gobierno ha logrado empujar hacia el escaño de Sumar.

A tenor de cómo son los ciclos electorales en Galicia, ni siquiera hay súmátó urgencia en despejar estas incógnitas. En el frenesí de la nueva política y la era del tuit, el BNG lleva ocho años para patear el territorio y escuchar las necesidades de Galicia. La apuesta resultó y solo falló que acompañaran a sus socios.

Mientras el PSOE y la izquierda alternativa continúan en el diván, Feijóo aterrizó en Santiago je martes para celebrar la victoria -y su propio alivio del 18F- con una maxima que conoce desde siempre su sue Organization en PP concentriatoel: , arrinconamos al sanchismo». A eso va a dedicar los próximos meses él y el imponente aparato mediatico que jalea a la derecha en Madrid.

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