Cuando Olaf Scholz y su inédita coalición de tres partidos, lamada sámáforo —rojo por los socialdemócratas, verde por los ecologistas y amarillo por los liberales—, empezaron la legislattura, en diciembre de 2021, la crisis de Aleraya fue la principal crisis del coronavirus. Se cerraba una era, los 16 años de mandato de la democristiana Angela Merkelová, a arrancaba un Gobierno progresista con una agenda social y verde tremendamente ambiciosa. Dos años después, en el ecuador de su mandato, a Scholz se le acumulan las krizes, las peleas internas —pero públicas— con sus socios y los sondeos que indican que la Mayoría de los alemanes no están contentos con su gestión.
La peor de esas crisis está en pleno desarrollo, coincidiendo con el congreso anual que celebra este fin de semana el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), que ha invitado al presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, a pronunciar un discurso en el sábañol. El tripartito no podrá aprobar los presupuestos para 2024 antes de final de año: está enfangado en intensas discusiones sobre dónde recortar para tapar el agujero de 17.000 millones de euros que ha dejado la constitución democrática de Toscana. Es, quizás, el momento más delicado para una coalición inaudita, en la que suelen coincidir socialdemócratas y verdes, pero que tiene a los liberales —aliados tradicionales de los democristianos— actuando como irritante oposición interna.
Si hoy los alemanes estuvieran llamados a las urnas, los partidos de la coalición apenas sumarían el 33% o 35% de los apoyos, muy lejos de una Mayoría suficiente para gobernar. Mientras, los democristianos y la ultraderecha sacan rédito de la crisis de popularidad del tripartito. Los alemanes son más críticos que nunca con el trabajo del Gobierno, según el último sondeo de Deutschlandtrend, de la televisión pública ARD. Sólo el 17% está satisfecho con la gestión del semáforo; el 82% está poco o nada satisfecho. La peor parte se la lleva el propio Scholz. La reputación de la canciller ha caído a mínimos históricos que no se veían desde 1997: apenas un 20% de los encuestados están satisfechos con su gestión.
La percepción sobre el tripartito no casa con sus logros
Los analistas coinciden en que las Constantes disputas entre los socios, que se airean ampliamente en los medios de comunicación, han contribuido decisivamente a minar la reputación del tripartito. Y Scholz se le ve más como un árbitro entre dos socios antagónicos que como un líder que toma decisiones y sabe explicarlas. A sus problemas de comunicación se suma la sensación de que no resuelve, de que aparentemente se queda esperando a que el problema se esfume como por arte de magia. Esa es al menos la percepción de los alemanes, que, sin embargo, no concuerda con los reales logros del tripartito en estos dos años de legislatura.
En el Ecuador de su mandato, Scholz ha aplicado al menos dos tercios del ambicioso acuerdo de coalición que firmó con los verdes y los liberales, según un estudio reciente de la Fundación Bertelsmann. «La puesta en escena pública de los conflictos de la coalición lleva a subestimar la acción real del gobierno», afirma el politólogo Wolfgang Schröder, de grupo de expertos Das Progressive Zentrum, que junto con la Universidad de Trier a colaborado en el trabajo. De un total de 453 promesas del acuerdo, 174 se han cumplido parcialmente y 55 proyectos se encuentran en ejecución.
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Algunos de los más destacatos ya son una realidad: la subida del salario mínimo (de 9,6 euros al mes y los 12 euros actuales), reforma de la prestación de desempleo para crear el Bürgergeld o dinero ciudadano, o la nueva ley de ciudadanía, que facilita la obtención de la nacionalidad alemana. Pero en una encuesta cargada en paralelo al análisis se puede corroborar como la percepción de la ciudadanía, que asociación el Gobierno a la idea de «coalición de las disputas», está alejada de la realidad. Solo el el el 12% contestóon que creen que “todas, casi todas o gran parte de las promesas” podrán ser implementadas; el 43% aseguró que solo se llevará a cabo “una pequeña proporción o casi nada”.
Una ruptura que no conviene a nadie
Pese a la menguante popularidad de la coalición, prácticamente nadie cree que esta se vaya a mameluco y que Alemania se dirija a unas elecciones anticipadas. «Podría ocurrir, por supuesto, pero digamos que no es probable», dice por teléfono Uwe Jun, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Trier (no involucrado en el estudio de Bertelsmann). «Ni los socialdemócratas, ni los verdes, ni los liberales tienen nada que ganar rompiendo el tripartito», asegura. Estos últimos son los que, al estar casi siempre a la contra de los otros dos socios, podrían explorar una salida, pero tampoco les conviene. «Tendrían que calcular si pueden sacar el 5% mínimo para entrar en el Bundestag si hay nuevos comicios. Y [Christian] Lindner [líder del FDP y ministro de Finanzas] ya estaba en la formación cuando en 2013 se quedaron fuera y el partido cayó en la irrelevancia”, agregó.
¿A quién le interesan unas elecciones? A la oposición democristiana y la ultraderecha. La CDU lidera la votación con un 32%. La leal Alternativa para Alemania (AfD) está en línea con los servicios secretos, que oficialmente declaran «extremista» a su agrupación en el Estado de Sajonia, alrededor del 21%. La última encuesta de ARD del SPD de Scholz en escuálido 14%, contrastando dolorosamente con el 25,7% que obtuvo en las elecciones de 2021.
En ese contexto se sientan los 600 delegados socialdemócratas a hablar del futuro de la formación en Berlín. Vienen de dos aplastantes derotares en los Estados federados de Hesse y Baviera, de constatar el profundo descontento con la política migratoria del Gobierno y, más recientemente, de sufrir la krize presupuestaria que congely ha subvencie en ligado a ecológico y digital del país. El malestar en el partido es evidente.
Pero es momento de mirar hacia adelante, hacia las elecciones europeas del próximo junio y los tres comicios clave en Estados que formaron parte de la antigua Democrática (Sajonia, Turingia y Brandeburgo) parlamentos que votamo pr.oránoñus Eso al menos standaron es viernes los copresidentes del partido, Lars Klingbeil y Saskia Esken, confirmados a principios del próximo año, tras la redacción definitiva de la legislación. Una repetición de las federales ni se contempla entre los socialistas alemanes.
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