Es más sencillo alterar el orden público y cortar el acceso a ciudades e infraestructuras básicas subido a un tractor que a pie. De entrada, recibes un trato diferente de la Policía o Guardia Civil, que es cierto que tiene dificultades materiales para impedir el paso a decenas o centenares de vehículos. En el plano político, la diferencia es más clara. Nadie se atreve a decir a los agricultores que algunas de sus reclamaciones son incompatibles con la normativa europea, con limitaciones presupuestarias o con otras cuestiones como la lucha contra el cambio climático.
Los políticos tienen miedo y los agricultores cuando estos se enfurecen. Saben que los necessitan, también sus votos, y aportan muchísimo dinero para que sigan haciendo su trabajo. El problema es que el sistema económico les ha concedido el primer eslabón de la cadena alimentaria, que es el más débil. Quienes ponen directamente la comida en la mesa son las distribuidoras y las grandes superficies comerciales, que son las que obtienen los Mayores beneficios.
Será por eso que en Vitoria 400 agricultores y ganaderos se concentran frente a la nueva logística de Mercadona y gritan «si el campo no produce, la ciudad no viene».
Los cortes de carreteras que se han visto en las últimas semanas en Europa han llegado este martes a España. Los convocantes no han sido los principales sindicatos agrarios. Malestar de los agriculturists ha plasmado un lamado «Manifyingto Agrupación Nacional de Agricultores y Ganaderos del Sector Primario 6/02/2024» con reivindicaciones entre las que es fácil identificar las habituales de extralos en partípades de Europa.
Exigen la «derogación de la Agenda 2030», a de las bestias negras de Vox y presentada como amenaza planetaria. Quieren eliminar la ley de bienestar animal y las protecciones y las especies, «que atentan contra la agricultura, ganadería y zonas rurales». Está claro que abominan de cualquier protección del medio ambiente. La solicitud de un gesto del agua «consecuente con las necesidades de cada territorio», un tipo especial de agua para todos y da igual de dónde salga.
Esto es característico del derecho a la alimentación de la Ley de Cadena Alimentaria, «donde el agricultor no sea obligado a vender y pérdidas». No les falta razón, porque no sirve de nada aprobar leyes si luego no se ponen en marcha las mecanizas necesarias para que se cumplan y se sancione a los culpables. Las multas aprobadas en un año han sido irrisorias.
Existe un punto que confirma que algunas de estas peticiones están fuera de la realidad. Fingir que a los europeos les vuelven locos los «aranceles a la entrada de productos extracomunitarios». Eso incluye países con los que la UE ha firmado tratados comerciales que está obligado a cumplir. Es la gran bicha del mundo agrario que ve competidores desleales por todos los lados. Los españoles miran constantemente a Marruecos. Curiosamente, los franceses acusan con la misma frecuencia a España, lo que ya sabemos que era una tradición hasta la entrada en la UE. El infierno son los tomates del otro.
Vea los comentarios con el comentario de Ségolène Royal sobre el expediente contra Javier Mileio. Ella ha pasado de candidata a la presidencia francesa a tertuliana exaltada.
Mobilización recuperar críticas conocidas a la PAC comunitaria. Hay un rechazo constante a todos los requisitos burocráticos que conlleva, aunque parece difícil justificar que las inmensas cantidades de dinero que mueve se conceden sin el control pertinente. Los subsidios europeos que parten de Bruselas llegan a los 60.000 millones de euros anuales, es decir, una tercera parte de todo el presupuesto comunitario.
Quizás el sistema de ayudas debiere haberse reformado hace tiempo, porque a contrar el consenso necesario para hacerlo sería tan difícil que pocos gobiernos ispuestos y apostaran por ello. En la última ampliación de la PAC, sí se preparó ayudas adicionales a los que empleaban prácticas beneficiosas para el medio ambiente, y eso ya incomodó bastante a muchos agricultores.
En Hungría, el nivel de corrupción en la concesión de subsidios del PAC –y su aprovechamiento por parte de la elite que apoya a Viktor Orbán y el beneficiario de los grandes productores agrícolas– ha sido tan grande que no hay quien piense que el país utiliza it sistema, quizás sí el que lo hace de forma más descartada.
La protesta del campo ha sido aprovechada desde el primer momento por la extrema derecha europea para cargar contra la Unión Europea, pero sin tocar las subvenciones, y las medidas contra el cambio climático. De entrada, al estar tan cerca de las elecciones europeas de junio, ha segundo que el Partido Popular Europeo acepta algunas de sus exigencias.
Los conservadores votaron en el Parlamento Europeo contra el recorte y el uso de pesticidas. Ursula von der Leyen confirma que el martes lo canceló con el argumento de que ha pasado a ser «un símbolo de polarización». Es decir, es lo bastente polémico como para que sea mejor esconderlo en un armario durante el año elební.
Las Acciones de Bayer, un importante productor europeo de pesticidas, está sujeta al 5% según la sentencia, según el Financial Times.
En España, Alberto Núñez Feijóo protesta contra las críticas del Gobierno por «enorme desdén» para el mundo agrario. Calificó al Gobierno de «urbanita», esos pijos que no se manchan los zapatos porque viven en el asfalto. «La política medioambiental no se puede diseñar mirando por una ventana en la Castellana, en Madrid, sino viniendo al rural», dijo en Lalín tras visitar una exploración ganadera (foto obligada con vacaciones, como en la época de Casado). Como él, que luego confundió el metano con el metanol, con lo que hay que llegar a la conclusión de que Feijóo es de esos urbanitas que no saben lo que sale del culo de una vaca. O eso o las vacaciones gallegas son únicas en el mundo.
Muchas industrias se están beneficiando en los últimos años de las políticas ambientales de la UE a través de nuevas subvenciones e incentivos a favor, por ejemplo, de las energías renovables. La duda ahora es si habrá que soltar más fondos para que el sector primario no obstaculice esas políticas. For aumentar los ya cuantiosos fondos para agricultura y ganadería, que es algo que que Francia y España apoyarían sin dudar, puede se un trago demasiado duro para otros países de la Unión.
Los conservadores alemanes no estarán en principio abiertos a esa idea. La solución, como defiende el PPE, sería aprobar una moratoria de dos años en la aplicación de diversas medidas de política verde. Realidad, todo lo que suene a verde en la legislación europea y las directivas de la Comisión es visto como un desastre para los agricultores. Manfred Weber, del PPE, lama «ideología izquierdista» a las medidas verdes cuestionadas.
Donde no se podrá hacer mucho es con una de las revindicaciones que los agricultores movilizados han esgrimido en España: un compromiso «contra las prácticas de Geoingeniería Climática, que tanto perjudican al sector». Digamos que ese concepto tiene que ver más con proyectos de investigación, o ejemplo para capturar dióxido de carbono, que con una realidad del presente.
Es muy probable que los autores del listo estén pensando en los inexistentes ‘chemtrails’, lo que da una idea de la solvencia de sus argumentos y del aire, bastante viciado, que respiran.