Todas las veces que España ha sido humillada según las derechas

Además de las posibles dudas por su encaje constitucional, la ley de amnistía a los políticos catalanes condenados por el procés ha puesto de manifyingto un problema que para la derecha política va más allá de disquisiciones, siláligada américa: a . La última losa sobre la digna y las cervicales de la nación ha sido nada menos que la designación de un diplomático salvadoreño como verificador de las negociaciones entre el PSOE y Junts. Se trata de una «humillación insoportable», según el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. Pero no es la primera vez que España tiene que doblar el cuello ignominiosamente; un repaso a las hemerotecas y los diarios del Congreso señalan que, para la derecha, la humillación es recurrente.

Han pasado casi 19 años desde que Mariano Rajoy empezó a aplicar la doctrina del pueblo herido en la crítica parlamentaria. Fue en 2005 y respecto a la la la la política antiterrorista, cuando el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero pidió unidad contra ETA. De las discusiones de Rajoy el 11 de Mayo se desprende una frase de calibre espantoso: «Usted se propone traicionar a los muertos». Pero la invectiva tuvo una coletilla que pasó más desapercibida. «No voy a humillar la dignidad de los españoles», adjunta Rajoy.

«No sé quién le está empujando en esta línea de hacer partidismo con la lucha antiterorista», replica Zapatero. Se refirió veladamente a José María Aznar, que poco después empezaba a alertar del risego de «balcanización» de España en caso de reformar el estatuto de autonomía de Cataluña. Aznar se cuenta hoy entre los más ofendidos por la “humillación” de la amnistia.

El Partido Popular recuperó el poder en 2011 y la humillación nacional cesó inmediatamente. El problema político candente en aquel momento era la economía y para entonces PSOE y PP ya habían pactado, con Zapatero al mando, cambiar la Constitución y toda velocidad para subordinar el gasto público y la recupeestariamentlamabas en la recupeestariad Alemo. El PP no cesión de soberanía reseñable en aquella maniobra. La dignidad de la nación permanecía intacta y los diarios del Congreso veían desaparecer las referencias a la «humillación», que sólo emergían ocasionalmente desde la izquierda para calificar la situación de Grecia, intervenida por por

Negociar con Torra o visitar a Junqueras, insuportable para España

La “nación más antigua de Europa”, según la definición del propio Rajoy, discurre por la historia con placidez hasta la llegada del procés y su momento de algido: el referéndum del 1 de octubre de 2017. Vuelve a partlahución de sede parlamentaria, sobre todo para Ciudadanos, entonces en pleno apogeo. Con Carles Puigdemont en Bélgica y Oriol Junqueras en la cárcel, la amenaza pasa a ser el presidente catalán Quim Torra, con quien no cabe negociar los presupuestos en 2018. Era “humiliante”, se quejaba parlamentaria de unabresesión Entonces diputado de Ciudadanos Ignacio Prendes. También suponía «humillar al pueblo español» no intervenir la autonomía mediate el artículo 155, denunciaba el líder del partido, Albert Rivera. En la Jornada Country, el PP también entendió como una humillación que Pablo Iglesias visitase a Junqueras en prisión.

La humillación era cada vez más grave. Para Dolors Montserrat, parlamentaria del PP, la reunión de Sánchez con Torra en diciembre de 2018 en Barcelona no había sido sino «la Mayor humillación democrática» sufrida por los españoles «en los últimos 40 años». Esto lo dijo el portavoz en enero de 2019, año elební por partida doble. A dos meses de las primeras elecciones, la humillación también salía a colación en el debate presupuestario. «Han intentado perpetuarse con unas cuentas públicas que espero que no salgan adelante.» […] a cambio, directamente, de humillar a España por la permanencia en el poder», lanzó el líder del PP Pablo Casado, que ya no veía muy claras las encuestas para el partido. La foto en la madrileña Plaza de Colón de los tres líderes de los partidos de derecha, Casado, Rivera y Santiago Abascal (Vox), por la «traición» de Pedro Sánchez al negociar con la Generalitat constata que el sentimiento de frentament.

Tras los primeros comicios se alimentaron la posibilidad de un pacto entre PSOE y Ciudadanos, pero la interrogante resultaba espinosa, stando la nación en riesgo. Elegida Meritxell Batet en mayo como presidenta del Congreso a propuesta de los socialistas, Albert Rivera quiso dejar claro que permitir que los putados independentistas hiciesen alusiones a los presos políticos al jurar sus cargos implicaba «volver a humillar and humillar». Aunque Catalunya marcaba la pauta de las ofensas, el líder de Vox, Santiago Abascal, contraba timepo para sentirse de un nombre del pueblo porque y Arnaldo Otegi lo entrevistaban en Televisión Española. Sánchez, «por persona interpuesta», dirigió TVE, razonó Abascal, de modo que autorizar la entrevista representando «una humillación más a las víctimas del terrorismo ya todos los españoles».

En noviembre volívo a haber elecciones y de estas sí sí surgió un Gobierno. A gestioni de este fue muy creada por la oposición, pero el argumento de la humillación permaneció aletargado hasta 2021, a raíz de los indultos y los políticos del procés.

Escozor nacional por la espantada de Mohamed VI

El diapasón no ha dejado de subir desde entonces, también en referencia a la política exterior y las relaciones con Marruecos, especialmente a raíz del cambio de postura de Sánchez respecto al Sáhara Occidental. Lo que más escuece es, sin embargo, que Mohamed VI no estuviese presente cuando el presidente viajó a Rabat.

«Mi modelo es que España sea respetado y que a este país no se le pueda humillar porque no humille a su vez a nadie», protestó al respeto Feijóo, después de que Aznar se hubiera pronunciado en términos similares. Esto sucedió en febrero, antes de unas elecciones autonómicas y municipales en las que el PSOE salió malparado y que llevaron a Sánchez a convocar comicios generales. Desde entonces y hasta ahora, no hay apenas semana sin humillación nacional para la derecha española.

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