El lehendakari, Iñigo Urkullu, y su partido, el PNV, afrontan un curso político decisivo, que culminará en unas elecciones vascas la próxima primavera, con la necesidad de ofrecer su mejor versión en dos campos de batalla. En Euskadi, los jeltzales tratarán de volver a conectar con la sociedad vasca, y será capital su desempeño en ámbitos como la gestión de los servicios públicos, especialmente en lo relativo al Servicio Vasco de Salud-Osakidetza. Además, el PNV prepara ya la negociación que se librará a 400 kilómetros de allí, en torno a la investidura de Pedro Sánchez. Los nacionalistas vascos buscarán que esta vía sirva para reformular “el modelo de Estado”, planteando una convención constitucional que valore una revisión de la Carta Magna.
El lehendakari señala que la situación política debería servir para “solucionar lo que la transición no pudo”
El lehendakari Urkullu utilizó estos términos en su primera comparecencia del curso político, que como cada agosto tuvo lugar en el donostiarra palacio de Miramar. Las referencias son expresivas de en qué punto se encuentra el PNV, que mira a la ventana de oportunidad que le pueda abrir la reedición de un gobierno progresista. Aunque la hipótesis de un posible entendimiento con el PP persigue al PNV desde antes de los comicios del 23 de julio, los nacionalistas vascos están ya en otra pantalla. En campaña electoral remarcaron que el apoyo a una investidura de Feijóo sería imposible con Vox en la ecuación, y ese escenario es evidente desde antes incluso de que concluyese el escrutinio. El propio Andoni Ortuzar, presidente del partido, transmitió al líder popular, el mismo día 24, la “negativa del PNV a iniciar conversaciones de cara a facilitar su investidura”.
Urkullu propone una convención para debatir sobre la vigencia y el futuro de la Carta Magna
Nada ha cambiado desde entonces, por más que determinados actores políticos, mediáticos y económicos hayan buscado, durante todo el mes de agosto, las grietas en torno a una decisión que es firme. Urkullu se ciñó ayer a su papel institucional de presidente de un Ejecutivo de coalición PNV-PSE, aunque remarcó que su partido ya se ha expresado de manera nítida y subrayó que “el PP necesita a Vox en la investidura y lo necesitará en cada votación”. El lehendakari, además, descartó reunirse con Feijóo antes de la investidura de los días 26 y 27. Lo hizo cuidando el tono, aunque subrayando que “no procede”. El PNV no quiere agraviar al PP y tratará de mantener los puentes reconstruidos desde la llegada del líder gallego, pero solo se plantea apoyar la reedición de un ejecutivo progresista. No hay vuelta de hoja.
El PNV no apoyará a Feijóo, pero quiere evitar agravios y tratará de mantener los puentes con el PP
El PNV, por tanto, piensa en el escenario que se dará pasado el mes de septiembre. Los jeltzales tienen claros los parámetros a los que quieren llevar la negociación. Iñigo Urkullu ofreció ayer algunas pistas. “La situación política del Estado nos plantea una pregunta que se deberá resolver en los próximos meses. De cara a la conformación de mayorías en el Congreso, será imprescindible el apoyo de los partidos nacionalistas de Catalunya, Galicia y Euskadi. Esta situación puede abrir una nueva oportunidad para solucionar, a través del diálogo político e institucional, lo que la transición no solucionó del todo en torno a la cuestión territorial. Hablo de propiciar un nuevo modelo de Estado, que daría una respuesta más adecuada y justa a la realidad actual”, indicó.
El lehendakari subrayó que “en Euskadi hay una mayoría amplia que demanda un mayor y mejor autogobierno”: “Se le debe dar respuesta, buscando el mayor consenso posible, tal y como está recogido en nuestro programa de Gobierno. Demandamos un modelo que dote de más entidad y capacidad a las instituciones vascas, que permita tomar las decisiones desde un ámbito más cercano”.
El PNV considera que la compleja aritmética parlamentaria que dejó el 23-J debería servir para abrir el debate sobre el modelo territorial y la plurinacionalidad del Estado. Los jeltzales plantean un debate profundo, más allá de la posible actualización del autogobierno vasco, y Urkullu se refirió ayer a la necesidad de convocar una convención constitucional, un “órgano para debatir políticamente en torno a la Constitución actual” y cuya creación ya propuso en el 2018. “Permitiría debatir sobre su vigencia, su futuro, la necesidad o no de cambios o el grado de satisfacción que genera”, indicó.
De esta manera, el lehendakari resituó ayer los términos en torno a los que gira la actualidad política que rodea al PNV, zanjó el debate sobre el hipotético apoyo a Feijóo y posicionó a su partido en un marco que le puede beneficiar. La formación jeltzale, que vive sus mayores estrecheces electorales en 12 años, aspira a recuperar protagonismo en un posible debate sobre el modelo territorial, enarbolando un discurso posibilista, aunque exigente, en el que las agendas vasca y catalana convergerían en algunos puntos. El PNV piensa en el cumplimiento íntegro del Estatuto de Gernika, en su blindaje o en la renovación del marco de autogobierno, pero también en “el reconocimiento de la realidad nacional vasca y catalana” y en la “desjudicialización” de la cuestión catalana.
En un curso político crucial para el PNV, con EH Bildu pisándole los talones, el partido otorga la máxima importancia a la batalla política que se librará en Madrid. Allí, buscará acentuar su identidad política, un tanto desdibujada a ojos de parte de sus simpatizantes, y marcará perfil propio frente a un bloque de izquierdas con el que guarda muchas diferencias.
Lee también